lunes, 26 de mayo de 2008

DeSesPeraCióN


Llueve, tiemblo.
Una lágrima invisible recorre mi corazón en busca de fuego, pero sólo halla frío.
¿Cómo volver a sentir ese calor que antes desbordaba mi cuerpo?
No sé si la lluvia es ese fenómeno físico o son las nubes que lloran de pena al oír mi lamento.
Anoche en mi sueño, imágenes pasaban a toda velocidad dejando solamente una pequeña reminiscencia de lo que fueron.
Sigue lloviendo, angustia.
No puedo, o no quiero. Mis dedos teclean robóticamente sobre el ordenador para desahogar sobre ellos la rabia contenida.
Intento gritar al aire, pero es él el que termina robándome la voz.
Al fin, desesperada y decepcionada conmigo misma, opto por caer de rodillas sobre el fresco césped y dejar las lágrimas correr cual río que nace, y esperar, y seguir esperando.

sábado, 3 de mayo de 2008

SueÑos...


¿Y si durmieras?
¿Y si en tu sueño soñaras?
¿Y si soñabas que ibas al cielo y allí recogías una bellísima pero extraña flor?
¿Y si al despertar tuvieras en tu mano aquella flor?
¡Ah!, ¿entonces qué?

Este poema, de un poeta romántico, cuyo nombre no atino a recordar, me servirá para la entrada de hoy.
Según lo leí, y no sé por qué exactamente, un escalofrío recorrió mi cuerpo, al pensar qué sucedería si el poema se hiciera realidad.
¿Qué pasaría, si lo que soñamos, fuera realidad a otro nivel? Pero esto puede estar sucediendo ahora mismo sin que nosotros lo sepamos a ciencia cierta. Lo que realmente me cuestioné, fue lo que ocurriría, si esa realidad onírica dejara alguna huella visible o tangible en nosotros de manera que nos pudiéramos dar cuenta de lo que son en realidad los sueños…
¿Nos volveríamos locos?
Dicen que si te mueres en un sueño, mueres en la realidad, porque morir en el subconsciente implica morir corporalmente. No sé si será cierto, pero yo nunca he muerto en ninguna de mis aventuras nocturnas por el mundo de los sueños.
Vaya coincidencia, yo hablando de esto, y justo ahora, mirando en el fotolog de una amiga, me encuentro con una bonita historia de la mitología griega.
Nix, la noche, tuvo dos gemelos, el mayor, Tánatos, se convirtió en el dios de la muerte no violenta, la pausada, la que te lleva con suavidad al mundo de los muertos, en tanto que Hypnos, el pequeño, era el dios de los sueños.
Según la mitología, Hypnos y Tánatos discutían cada noche sobre quién se llevaría a qué mortal. (Curioso, ¿no?, la muerte y el sueño debatiéndose.)
Dice también, que vivían en una cueva donde nunca brillaba el sol, y al lado de la cual, pasaba el río del olvido. (Veo una clara relación entre ese río y la realidad, pues raras veces nos acordamos de lo que soñamos, y no creo que recordemos nuestra propia muerte una vez estemos muertos.)
La mitología los hace gemelos porque su arte es muy parecida.
Tánatos, como hermano mayor y más poderoso, induce al sueño eterno, mientras que Hypnos, menos poderoso, como hermano pequeño y celoso, lleva a los mortales a un estado temporal que se asemeja con el sueño eterno, pero del cual despertamos cada mañana de manera misteriosa.
Hypnos, tuvo hijos, con una diosa menor, de cuyo romance nacieron varios hijos, los elementos presentes en los sueños, llamados Óniros. De éstos, los tres más importantes fueron: Morfeo, Iquelo y Fantaso.
Morfeo se encargaba de que los sueños fueran apacibles, hermosos y relajantes.
Iquelo era la deidad de las pesadillas y Fantaso incluía en ellos elementos inanimados que adornaban y hacía más realista los sueños de los mortales.
Y ahora me pregunto ¿Cómo de equivocados estaban los griegos con su mitología?¿Acaso no es lo que nos sucede pero contado con literatura, imaginación y belleza?¿No os ha visitado nunca Hypnos, Morfeo, Iquelo o Fantaso? Porque a mí sí.
Lo único que os deseo al finalizar de esta entrada un tanto… ¿onírica? Es que no os visite Tánatos en mucho tiempo, y disfrutéis de cada uno de vuestros sueños, hasta que el sueño eterno os visite.