viernes, 17 de febrero de 2012

Extinción.


Y el mar trajo en su brisa retoños de esperanza.


A cada bocanada inhalada, mis pulmones explotaban alegría azul.
A cada bocanada exhalada, mi corazón latía un poco más fuerte.




Donde estaba yermo, palpitó el anhelo húmedo de la vida, donde, sin más,se pierden los deseos fraguados en una cabeza hasta ahora itinerante.


El fuego lucha contra el agua. Y no ganan. Y no pierden. Se funden en el beso más apropiado de la existencia de ambos.
 ¿Consecuencia? Extinción mutua.


Pero fue un final feliz... 

domingo, 8 de enero de 2012

El deshielo


Hoy las notas abúlicas de la viola que hacían de banda sonora en mi vida, se han convertido en toda una orquesta, que, dirigida por un corazón caprichoso, no para de hacer variaciones, intentando encontrar la definitiva.

La música cambió de tempo, y el tiempo de estación. Y aunque sigue haciendo frío, yo siento calor.
Y mientras tanto, sigo dando de comer a mi imaginación.

En el paraje yermo de la incertidumbre, han comenzado a nacer brotes verdes, alimentados de ilusiones que llueven desde el centro de la tierra.

Llegó el fuego incandescente al gélido invierno onírico.

La música cambió de tempo, y el tiempo de estación. Y aunque sigue haciendo frío, yo siento calor.
Y mientras tanto, sigo dando de comer a mi imaginación.



domingo, 18 de septiembre de 2011

Antonimia.


Sentada en la bañera, rodeo mis piernas con los brazos y me dedico a sentir el agua acariciando mi piel. Resbalan por mis cabellos gotas de lluvia y añoranza. El agua está tan caliente que enrojece mi piel, pero alivia mi desangrado corazón.

 Tú.

Angustia ahogada en el sonido embriagador de tu nombre. Maldito nombre. Vaciar mi mente y llenarla de incandescentes deseos  en los que sólo apareces tú.  Como un vano fulgor en la nocturna poesía de mis febriles ensoñaciones…

 Tú.

Te amo. No te conozco y te amo. Y por amarte te odio.  [Antonimia]

 Tú.


viernes, 16 de septiembre de 2011

Renacer.



Una lágrima de rocío resbala por la única hoja que al árbol le queda. Se resiste a caer, pese a lo adverso de su situación. En mi cabeza, el otoño hace estragos, inundando todo con un festival de colores que emborronan mis inconexos pensamientos.
Es el último batir de alas de aquella que en su día fue mariposa en todo su esplendor, y que, ahora, sosteniéndose con dificultad sobre el borde de mi taza de café intenta morir con dignidad.
A partir de ahora, el invierno derruirá todo, convirtiendo aquellos latidos impávidos de tu efímera duda en un simple arrollo congelado, inmóvil. Que sea así, también, con todo mi ser. Que no quede nada, ni amor, ni dolor, ni alegrías ni penas, para poder así resetearme.
[... y volver a ser la que pienso que era yo... ]

jueves, 15 de septiembre de 2011

A cien mentiras de distancia


Notas melancólicas de un piano que alguna vez acompañó tu voz se resisten a abandonar mi travesía.  Tresillos de nostalgia suspiran por  el aire de tu aliento. Sí, ese que empañaba mi corazón.

Sigue sonando la efímera musicalidad de las palabras robadas al viento. Un viento que ahora lame mis cabellos convirtiéndolos en el pentagrama de mis lamentos.  Recorro anhelante el espacio infinito que nos separa, cayendo en la vorágine que la esperanza alimenta.

En mi maleta, retazos de amargor pesan demasiado para cargar con ella hasta tu audaz cobijo de lobo. 

Lejos. Astuto. Muy lejos. 
[A cien mentiras de distancia.]

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Tormenta

Y aunque su corazón había vuelto a arder, llovió.
Llovió con tanta intensidad, que apagó el volcán.
Ríos de lava, que otrora hubieran arrasado por doquier, eran ahora convertidos en frías e inertes piedras.
Piedras que no sentían. Piedras incapaces de amar.
Volcanes extintos. Dicen que es ley de vida y del tiempo, extinguir todo lo ardiente a su paso, para que sólo queden indicios de lo que antaño fue fuego.
Y sí. Llovió.
Y no sabrá si algún día volverá a hacer calor.

viernes, 17 de diciembre de 2010


Lloro, abro la mano y un precioso copo de nieve cae en ella, y tras un efímero instante, se derrite.

Me sorprendo al darme cuenta de que son mis lágrimas las que se convierten nieve. Es extraño, pero estoy nevando.

Debe ser que todo el calor que había en mí se fue con el sol del verano, y ahora sólo queda frío en mi interior.

Quisiera volver a ser incandescente, a brillar con luz propia y a emanar aquel calor que solía tener antes de todo. Quisiera…

Quisiera volver a tener las manos frías, sí, porque eso supondría mi corazón caliente.

Pero he de conformarme con esto, con este abismo de hielo que amenaza con engullirme. Mientras tanto, mientras que sólo sea una amenaza , divertiré mis sentidos con el hermoso espectáculo de la nieve corporal.

Frío…