viernes, 17 de diciembre de 2010


Lloro, abro la mano y un precioso copo de nieve cae en ella, y tras un efímero instante, se derrite.

Me sorprendo al darme cuenta de que son mis lágrimas las que se convierten nieve. Es extraño, pero estoy nevando.

Debe ser que todo el calor que había en mí se fue con el sol del verano, y ahora sólo queda frío en mi interior.

Quisiera volver a ser incandescente, a brillar con luz propia y a emanar aquel calor que solía tener antes de todo. Quisiera…

Quisiera volver a tener las manos frías, sí, porque eso supondría mi corazón caliente.

Pero he de conformarme con esto, con este abismo de hielo que amenaza con engullirme. Mientras tanto, mientras que sólo sea una amenaza , divertiré mis sentidos con el hermoso espectáculo de la nieve corporal.

Frío…

No hay comentarios: