Hoy las notas abúlicas de la viola que hacían de banda sonora
en mi vida, se han convertido en toda una orquesta, que, dirigida por un
corazón caprichoso, no para de hacer variaciones, intentando encontrar la
definitiva.
La música cambió de tempo, y el tiempo de estación. Y aunque
sigue haciendo frío, yo siento calor.
Y mientras tanto, sigo dando de comer a mi imaginación.
En el paraje yermo de la incertidumbre, han comenzado a
nacer brotes verdes, alimentados de ilusiones que llueven desde el centro de la
tierra.
Llegó el fuego incandescente al gélido invierno onírico.
La música cambió de tempo, y el tiempo de estación. Y aunque sigue haciendo frío, yo siento calor.
Y mientras tanto, sigo dando de comer a mi imaginación.
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